segunda-feira, 3 de novembro de 2008

Dos países en un solo territorio

Por Rodrigo Menitto | Desde San Pablo, Brasil. APM

Las conclusiones de la Pesquisa Nacional por Muestra de Domicilio (PNAD) muestran mejoras en la calidad de vida. Sin embargo, las diferencias entre el Sur y Sudeste son notorias en cuanto al Noroeste.

A mediados de septiembre Brasil dio a conocer los números de la Pesquisa Nacional por Muestra de Domicilio (PNAD), que sirven de parámetro para medir la desigualdad social.

Los resultados fueron festejados por el Gobierno encabezado por el presidente, Luis Inácio Lula da Silva y por gran parte de los medios.

Algunas conclusiones sostienen que las condiciones de vida del pueblo brasileño han mejorado en los últimos diez años. Algo que -paradójicamente- llama la atención, ya que el país es conocido internacionalmente como el más injusto en la distribución de su riqueza, a pesar de estar entre las 10 naciones más ricas del mundo.

Sin embargo, y siguiendo con los resultados del informe, se puede destacar que el viejo flagelo del analfabetismo tuvo mejoras considerables teniendo en cuenta los altos índices. La tasa "que era de 17,2 por ciento en 1992, pasó para 9,9 en 2007, correspondiendo a 14 millones de personas en condición de analfabetas", señala el estudio.

Téngase en cuenta que los considerados analfabetos son aquellos que no consiguen escribir una nota (una frase corta de cinco a siete palabras). Muy lejos están de escribir una carta o llenar documentos burocráticos.

Aún así, la gran potencia sudamericana está muy lejos de sus vecinos. Según los indicadores de analfabetismo da la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO), Cuba se encuentra en primer lugar con 0,2 por ciento, seguida por Uruguay con 1,3 y Argentina con 2,4. Brasil se queda en 15º lugar en América Latina y Caribe con 10 por ciento.

El estudio apunta que la mejora del índice es el resultado de una mayor cantidad de niños en el proceso de escolarización y un aumento en los años de permanencia en las escuelas entre los chicos de 7 a 14 años.

Otro de los puntos que destaca el PNAD es la existencia de dos países fronteras adentro. Por un lado el Sur y Sudeste con su riqueza concentrada, y por el otro el Nordeste olvidado y explotado. Mientras la primera muestra una tasa de analfabetismo de 5,5 por ciento de promedio, los norteños contraponen un indignante 20 por ciento.

Estas desigualdades también se ven con el acceso de la población al servicio de cloacas, que llegó en 2007 al 51 por ciento de los domicilios brasileños. Pero en el Nordeste apenas el 9,8 por ciento tienen este beneficio. La falta del mismo facilita la expansión de innumeras enfermedades provocando -entre otras consecuencias- un alto nivel de mortalidad infantil.

Con respecto al servicio de luz eléctrica alcanzó el increíble número del 98,2 por ciento de los domicilios. Le sigue también el hecho de que el 77 por ciento de los hogares tienen algún tipo de teléfono y un 20 por ciento tienen acceso a internet. Un porcentaje, que tuvo un aumento muy fuerte en los últimos cinco años, por la expansión de la banda ancha y la venta de celulares.

El mundo laboral presenta cambios y mejoras para los trabajadores. Sin embargo, uno de los puntos es la preocupación del descenso de la población trabajadora rural que hoy se encuentra en los 17 millones. El estudio indica una migración constante para las ciudades de 1 millón de personas por año.

Por otro lado, un tibio, y lejos del ideal, pero constante incremento del trabajo en blanco llegó al 35 por ciento de los trabajadores. También es destacable que actualmente el 51 por ciento de las personas económicamente activas aporten al sistema de jubilación, "por primera vez, desde el inicio de la década de 1990, este porcentaje pasa la mitad", muestra el estudio del PNAD.

"Brasil mantiene un proceso de mejoría de las condiciones sociales y económicas”, declaró el Presidente del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística Eduardo (IBGE), Eduardo Nunes.

“Si miramos los últimos diez años, prácticamente todos los indicadores sociales del país apuntan un avance, principalmente en lo que respecta al trabajo en blanco, aumento de los niveles de los ingresos y escolaridad, mayor aporte para la jubilación", agregó Nunes.

El trabajo infantil fue otro flagelo que viene cayendo, "en 1995, esta proporción era de 18,7 por ciento y, en 2007, fue estimada en 10,8". Una disminución de 300 mil niños que hoy llegan al 4,8 millones con respecto al 2006. De este total la mayoría son chicos negros o mulatos del sexo masculino, una marca característica de la pobreza brasileña que se arrastra desde los tiempos de la esclavitud.

"Si la concentración del ingreso disminuyó, es porque la distancia entre las clases se achicó, producto del ingreso. Pero el nivel de concentración (del ingreso) todavía es muy alto", ponderó el Presidente del IBGE.

En este sentido, "en 2007, el 10 por ciento de la población ocupada de menos ingresos retienen el 1,1 por ciento del total de los ingresos del trabajo, mientras que el 10 por ciento de los mayores ingresos le corresponden el 43,2 por ciento", observa el estudio citado.

Al compararse la misma variable con años anteriores, se comprueba que los más ricos vienen manteniendo esta apropiación de la riqueza por décadas. Una demostración de que las estructuras de la distribución del ingreso permanecen inalteradas sea cual sea el Gobierno de turno.

Pero tampoco se debe olvidar que a la implementación de los programas de transferencia de ingresos, en su mayoría integrados al Programa Bolsa Familia ayudó a mejor los ingresos de los más necesitados.

Márcio Pochmann, presidente del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada, remarcó que "en el caso de la desigualdad, nosotros tenemos una situación paradoxal, en la medida que, de un lado es reducida la desigualdad en el interior del ingreso del trabajo, entre los trabajadores, pero cuando se compara el ingreso de los trabajadores con el total del ingreso del país, con la riqueza, verificamos que se profundizó la desigualdad".

A su vez, datos levantados por el IPEA, indican que el 75 por ciento de toda la riqueza del país está concentrado en manos del 10 por ciento más ricos.

Mientras el Producto Bruto Interno (PBI) brasileño crece a un 5 por ciento al año, los trabajadores no participan de dicho crecimiento. Por ejemplo, las ganancias del sector industrial se incrementaron entre el 2001 y 2008 un 22,6 por ciento. Sin embargo, el aumento salarial fue apenas del 10,5 por ciento.

"El sector de la industria tiene un sindicato muy fuerte” y aún así “la ganancia de la productividad no está siendo repasada al sueldo, en otros sectores la diferencia es bien mayor", analizó Pochmann.

Muchos especialistas criticaron los números presentados por el PNAD porque no registran las ganancias del capital financiero al limitarse al factor trabajo. Por los números divulgados por la Federación Brasileña de Bancos (FEBRABAN), el sector bancario embolso el año pasado ganancias por 136 mil millones de reales, contra 92,5 mil millones en 2006.

En lo que va del 2008 los bancos volvieron a batir nuevos récordes. Los balances divulgados por los dos principales instituciones bancarias muestran lo bien que les va. Bradesco declaró 2,102 mil millones de reales y el Unibanco otros 741 millones, un crecimiento respecto el año pasado del 23,3 y 27,5 por ciento respectivamente. O sea, lo que le llevó a la industria 7 años para crecer, los bancos lo hacen en 3 meses.

Sin negar las mejoras registradas por la PNDA, lo hay que tener en cuenta, según Ricardo Paes de Barros, coordinador del IPEA es: “nuestra desigualdad es inmensa” y “a esta velocidad que vamos, para llegar a la desigualdad registrada en el mundo tenemos que repetir nuestro desempeño por 18 años consecutivos".

A pesar de que el PBI brasileño viene creciendo en los últimos tres años, las últimas estimaciones estiman una reducción para el próximo año del 5 actuales para el 3,5 por ciento. Si además, se tiene en cuenta la crisis mundial y la caída de los precios de las commodittes, todo indica que el país crecerá menos en los próximos tiempos.

Por esta razón lo que hoy vive el pueblo brasileño es una brisa que pasará pronto. Cuando la torta se achique y todavía se mantengan las estructuras de concentración de la riqueza, los ricos continuarán con sus privilegios por sobre la miseria de la gran mayoría. O al menos, eso demuestran los resultados actuales.

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